Herramientas tecnológicas que ayudan a conservar y documentar edificios históricos.

“Respirar Creatividad” es nuestra columna editorial donde nos sumergimos en distintos perfiles vanguardistas que exploran la creatividad en distintos rubros como la arquitectura, el diseño, la moda, entre otras.

Para esta tercer entrega invitamos a Agustín Ghizzo Sánchez del proyecto Delta Scanlab, que nos contó sobre el trabajo tradicional dentro del rubro de la Conservaciòn y Restauración, la implementación de nuevas tecnologías para una mayor eficiencia, como también lo esencial que es preservar la identidad cultural y el valor histórico de nuestras comunidades.

“Delta Scanlab brinda soluciones integrales que se adecuan a cada proyecto de conservación-restauración: Modelado 3D fotogramétrico; Ortofotografías/ortomosaicos: fotografías sin distorsión de perspectiva que permitirán a los profesionales la creación de mapas de deterioro fotográficos; Modelos digitales de elevación, que podrán evidenciar ciertas patologías superficiales y/o estructurales; Optimización de modelos para difusión y/o impresión 3D; Documentación técnica planimétrica; Virtualización de espacios u objetos para difusión en plataformas interactivas; Renderizado de los modelos 3D”

¿Cómo llegaste a estudiar Conservación y Restauración?

Lo cierto es que terminando el secundario estaba medio desorientado sobre lo que quería hacer, pensé en carreras como ingeniería en construcciones, ingeniería química o arquitectura, siempre tuve afinidad con los números y “las ciencias duras”, pero la realidad es que ninguna de esas carreras me terminaba de convencer al 100%. Por este motivo me recomendaron hacer una orientación vocacional, que no es un test que te dice “tenés que estudiar tal cosa”, sino que es un proceso largo de varios meses y varias sesiones en las que vas indagando sobre tus intereses, afinidades y fortalezas, y una psicopedagoga te va presentando campos y carreras de acuerdo a eso. En ese proceso apareció la Conservación y Restauración de Bienes Culturales, una carrera que combinaba dos de las cosas que más me apasionaban: por un lado las ciencias duras (física, química y biología), y por otra parte el contacto con diferentes expresiones artísticas, algo que desde muy chico se evidenciaba como un interés personal, pidiendo a mis padres asistir a talleres de dibujo, pintura, acuarela y cerámica.

Contanos más sobre la labor manual de este trabajo y con qué desafíos se enfrentan.

Primero que nada, es muy importante aclarar que antes de desarrollar cualquier intervención sobre los materiales, nuestra profesión nos exige realizar ciertos estudios y acciones preliminares antes de siquiera tocar el bien cultural. A partir de la ejecución de estos estudios y análisis previos, podemos contar con gran cantidad de información acerca de la materialidad del bien en cuestión y gracias a ello, tomar decisiones adecuadas a cada caso particular, ya que cada objeto tiene características únicas.

Respecto a las labores manuales dentro de esta profesión, la realidad es que son tan diversas como materiales y técnicas existen, y es mucho el tiempo que invertimos en nuestra formación y en desarrollar nuestras habilidades en torno a eso. Normalmente uno se va especializando en los materiales y las técnicas con los que más afinidad tiene, pero en general, se requiere no sólo de habilidad artística y pericia técnica, sino también de cierta destreza física por parte de quien ejecuta la intervención, ya que casi siempre se trata de tareas bastante iterativas, que muchas veces se realizan en lugares incómodos o expuestos como arrodillados en los solados, arriba de andamios, o viéndonos obligados a adoptar posturas completamente antinaturales, como cuando se restauran pinturas decorativas en cielorrasos. Son tareas hermosas de realizar, pero que conllevan un esfuerzo y a veces un desgaste físico muy grande.

¿Cómo surgió el interés por indagar en nuevas herramientas tecnológicas?

Mi primer trabajo estable en conservación y restauración (ya que en muchos casos con contratos con fecha de inicio y final – lo que dure la obra o proyecto – ) fue para lo que actualmente es el Departamento de Conservación y Restauración del Honorable Senado de la Nación. Luego de trabajar casi 4 años en diferentes obras de restauración que se iban desarrollando dentro del Palacio, en el año 2019, mi trabajo comenzó a tomar un giro hacia lo documental. En ese momento, en el Departamento de Conservación había una cierta escasez de arquitectos y mucho trabajo por hacer en cuanto a documentación técnica y relevamientos se refiere. Yo tenía algunos conocimientos de AutoCAD, y cuando uno de mis superiores se enteró, me propuso empezar a trabajar en una modalidad híbrida, de manera iba a seguir algunos días trabajando en las obras del Palacio, pero aproximadamente 2 días por semana me iba a dedicar a relevar los diferentes espacios del Palacio y digitalizarlos en documentos técnicos, planos de planta, vistas, elevaciones, etc. Durante el 2019 me dediqué a eso y como funcionamos bien, y viendo la enorme cantidad de trabajo que había por hacer (el Palacio es muy grande y con muchos detalles), para el 2020 estaba trabajando a tiempo completo como dibujante técnico y documentador gráfico, incluyendo fotografía, digitalización de patologías e intervenciones, tareas de cómputo y escribir o revisar algún que otro informe. En marzo de 2020, ocurrió lo que todos ya sabemos y mi trabajo siguió a distancia desde mi casa…tenía gran cantidad de espacios relevados pero todavía de dibujar en CAD, por lo que pude seguir con mis tareas con relativa normalidad. En ese contexto y gracias a tener algo de tiempo libre por el aislamiento social obligatorio, empecé a leer sobre la implementación de nuevas tecnologías en el campo del relevamiento, y fue así que conocí primero el escaneo láser (relativamente caro de implementar) y luego una tecnología significativamente más económica llamada “fotogrametría”.

También creo que empecé a investigar sobre estos temas un poco por afinidad con las tecnologías digitales (siempre fui medio “techie”) y en gran medida en respuesta una necesidad…hasta entonces mi trabajo consistía en tomar cientos de medidas de un espacio y luego trasladar eso a un entorno virtual, que además de ser una modalidad de trabajo lenta, tediosa, repetitiva y poco eficiente, se cometen lo que se conoce como “errores de apreciación” (redondeos que uno hace básicamente), y yo era consciente de ello…recordemos que estábamos en pandemia, no tenía acceso a mi lugar de trabajo y empezaron las preguntas…¿cómo hago más eficiente mi trabajo?¿cómo mejoro la precisión?¿cómo puedo tener acceso al edificio desde casa?

Poco tiempo después, y posiblemente gracias al algoritmo de Instagram y lo que analizaba sobre mis intereses, llegó a mí una publicidad de un curso online con especialistas de España cuyo título era “Fotogrametría digital aplicada al Patrimonio Cultural”…¿qué más podía pedir?

Gracias a este curso de casi dos meses, además de aprender el proceso de obtener un modelo 3D a partir de fotografías, me abrió la cabeza en cuanto a todas las posibilidades de aplicación que este tipo de tecnologías ofrecen: patrimonio, arquitectura, construcción, industrias, topografía, minería, medicina, impresión 3d, videojuegos, vfx, cine, por mencionar algunos.

Luego de hacer algunos proyectos de pequeña y mediana escala, dentro y fuera de mi espacio laboral, se contacta conmigo la restauradora Giselle Canosa, y surge la posibilidad de relevar un edificio entero de forma integral (por dentro y por fuera), el edificio del “El tambito”, en Palermo. Para esto iba a necesitar utilizar otra tecnología que también me venía interesando bastante: los drones. En vez de intentar aprender a pilotar un dron (que requiere mucha pericia y práctica), decidí salir a buscar a alguien que quisiera trabajar conmigo en ese proyecto, y fue así que conocí a quien actualmente es mi socio, Francisco Prete, un piloto de drones y licenciado en comercio internacional, con quien compartimos la misma visión sobre los beneficios que brindan la aplicación de este tipo de tecnologías. Con Fran la retroalimentación es constante, todo el tiempo nos estamos motivando mutuamente para ir un poco más allá, y lo más lindo de esto es que es un aprendizaje continuo, y cuando creés que ya tenés dominada una herramienta o software, aparecen nuevas tecnologías y nuevas posibilidades.

Nos encantaría que nos hagas un recorrido por los softwares que utilizan y el rol que cumple cada uno.

Durante el proceso fotogramétrico se utilizan gran cantidad de softwares, comenzando por Photoshop y/o Lightroom para la edición de las fotografías en crudo de una manera específica, de manera que el programa que sigue pueda interpretar correctamente la información en cada una de ellas. Luego utilizamos Agisoft Metashape o Reality Capture, según el caso, para el procesado de los modelos, allí se cargan las fotografías del paso anterior y se generan las reconstrucciones virtuales tridimensionales. Desde estas aplicaciones también exportamos todos los subproductos que nuestros clientes necesitan como ortomosaicos y modelos digitales de elevación, y en este punto se abren varios caminos: si lo que necesitamos es trabajar en tres dimensiones en general lo hacemos en Blender para tareas de revisión, medición, cómputo, renderizado y divulgación de nuestro entre los integrantes del equipo del cliente, en cambio si vamos a trabajar en dos dimensiones lo hacemos en AutoCAD, y recientemente estamos explorando la integración de nubes de puntos obtenidas por fotogrametría en entornos BIM gracias al software Revit. También utilizamos otros softwares que desarrollan tareas muy específicas como reducción de polígonos o automatización de vuelos de dron, entre otros.

La fotogrametría digital es una tecnología que utiliza imágenes para crear modelos tridimensionales y mapas topográficos de alta precisión. Gracias a la utilización de drones, la fotogrametría puede realizarse de manera más eficiente y certera, aunque en ocasiones también solemos combinar las capturas aéreas con tomas terrestres, para poder obtener óptimos resultados.

¿Crees que las personas que compran estos edificios históricos muchas veces optan por tirarlos abajo por no saber los procesos de restauración? ¿O se debe a los altos costos?

Yo creo que a esta altura del partido ya hay conocimientos colectivos sobre la restauración de edificios Patrimoniales, y en caso de que los edificios en cuestión no posean una declaratoria patrimonial, también existen otro tipo de prácticas como el “reciclado” o “renovación”, ambos conceptos que no deben ser confundidos con la conservación y restauración. Por un lado, actualmente existe este concepto del “reciclado”, que consiste en adecuar a nivel tecnológico o funcional, una vivienda o edificio antiguo pero conservando ciertos elementos, con fines más que nada estéticos.

Por otra parte, la restauración de bienes culturales, y en este caso en particular de edificios patrimoniales, es una disciplina compleja que requiere varios años de formación y conocimientos específicos sobre materiales, técnicas (tanto tradicionales como modernas), historia e iconografía, entre muchos otros. En nuestra profesión buscamos siempre conservar no sólo la mayor parte posible de los materiales y técnicas originales, sino también conservar su significado dentro de una comunidad o cultura, y el valor e identidad que aportan a la misma.

Dicho esto, creo que ambas afirmaciones serían correctas, en muchos casos es posible que no haya conocimientos sobre la restauración o bien creo que en la mayoría de los casos sus costos y plazos no son compatibles con los objetivos del mercado inmobiliario actual. Por eso, como conservadores-restauradores, nos parece primordial tratar de encontrar junto a otras disciplinas un equilibrio entre las necesidades del mercado actual y la preservación de la identidad cultural de nuestras ciudades. Tanto en el mundo como en nuestro país, existen algunos casos de éxito en los que se han conservado los edificios patrimoniales, y sin embargo contiguos a ellos, se levantaron edificios o estructuras que sí responden a las expectativas de los mercados inmobiliarios actuales y sobre todo, a las nuevas formas de habitar los espacios que tenemos en la actualidad, que por supuesto no son ni remotamente parecidas a las de hace cien años.

Igualmente me parece importante destacar que creo que si seguimos así, algún día la ciudad de Buenos Aires va a dejar de parecerse a esa ciudad de principios de siglo XX, que es con la que tanto nos identificamos los argentinos y especialmente los porteños.

¿Hoy en día existe alguna ley que proteja edificios históricos?

 Si, las hay tanto a nivel de la Ciudad de Buenos Aires como a nivel nacional.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tenemos varias, entre las que vale la pena destacar la Ley N°1.227, sancionada en 2003, que invoca a la protección, salvaguarda, preservación, restauración, promoción y transmisión de los bienes patrimoniales que definen la identidad y la memoria colectiva de la comunidad, y la Ley N°449 que es un instrumento de regulación urbanística que define el catálogo de edificios históricos con necesidad de protección patrimonial.

Por otra parte, a nivel nacional las más relevantes son la Ley N° 25.197, sancionada en el año 1999, que establece la centralización del ordenamiento de datos de los bienes culturales e histórico-artísticos de la Nación, y la Ley N° 25.743 que busca evitar que los bienes que forman parte del patrimonio cultural, arqueológico y paleontológico se pierdan, deterioren o salgan del país de forma ilícita.

A su vez, existe la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos que es un organismo estatal que trabaja conforme a lo establecido en la Ley N° 12.665, sancionada en 1940,y cuyos principales objetivos son catalogar los bienes patrimoniales de nuestro país y brindar asistencia técnica a las autoridades nacionales, provinciales, municipales y a los particulares respecto de la mejor forma de conservación y restauración de los bienes tutelados.

¿Hubo alguna restauración en particular que te haya movilizado?

Si tuviera que nombrar una obra que me haya movilizado particularmente, creo que te diría la restauración de los vitrales de la cúpula del Edificio del Molino, que pienso que fue la obra que me permitió sentar las bases de la dirección que iba a tomar mi carrera estos últimos años. 

Hacia finales de 2019, el Edificio del Molino ya estaba en plena restauración, y les encomendaron a las vitralistas Bárbara Karakachoff y Maria Soledad Castro la ejecución de los vitrales de la cúpula del edificio, que estaban completamente ausentes (no sobrevivió ni siquiera una tesela de vidrio). Debido a esta ausencia absoluta de vestigios materiales, fue necesario recurrir a la compilación de fotos históricas, y a partir de ellas, realizar el dibujo técnico de la red de plomo de los paños de vitral para poder trasladarlos al material. Es en ese momento que nos contactan a mí y a otra compañera de trabajo, Daniela Samponi, fotógrafa y restauradora, para que entre los dos intentemos reconstruir digitalmente el vitral utilizando fotos históricas.

Fue realmente un trabajo de equipo, donde creo que el elemento clave fue la interdisciplinariedad, ya que cada uno aportaba a la causa desde un lugar completamente distinto a los demás. Daniela fue quien a partir de las fotos históricas logró armar el rompecabezas, utilizando a veces sólo un pequeño fragmento de cada fotografía para recomponer la imagen del vitral, y su trabajo nos proporcionó la imagen necesaria para que, guiados por los criterios técnicos de las vitralistas, podamos reconstruir y vectorizar el dibujo de la red de plomo y las teselas de vidrio. Gracias a ello, pudimos empezar a visualizar (al menos en un entorno digital) lo que más tarde se convertiría en los vitrales que vemos instalados al día de hoy en la cúpula.

Finalmente durante el año 2020, el equipo de vitralistas se dedicó a materializar el resultado de nuestro trabajo, y hacia finales de ese mismo año, los estábamos instalando. Poder participar de su instalación, y ser de las primeras personas en ver cómo sus colores logran transformar el espacio interior de la cúpula, fue el broche de oro de un trabajo que ya había sido hermoso.

Esta obra es muy importante para mí porque creo que es la que plantó la semilla, ayudándome a dimensionar las posibilidades de las herramientas digitales, y tal vez fue la experiencia que más tarde me invitaría a experimentar con su implementación al servicio del patrimonio cultural y del arte.

Si tuvieras que pensar en una reflexión para contagiar lo importante que es conservar nuestra auténtica arquitectura, ¿Cuál sería?

Pienso que conservar tanto la arquitectura como los bienes culturales, es esencial para preservar la identidad cultural y el valor histórico de nuestras comunidades. Estos edificios no solo representan estilos arquitectónicos, sino que reflejan prácticas de construcción, materiales locales, tradiciones y maneras de vivir y de habitar que forman parte de nuestra memoria colectiva. Por estos motivos, me parece esencial preservar eso que ya no vemos cotidianamente, que ya no se fabrica, que fue parte o nos habla de algún hecho histórico y que son testigos materiales de lo que alguna vez fuimos.

Al mismo tiempo, valorizar estos espacios y objetos es una inversión en nuestro patrimonio y un compromiso con las futuras generaciones, pensemos que todo lo que en la actualidad podemos disfrutar con carácter histórico y patrimonial, se debe a que alguien en algún momento lo consideró importante y tomó la decisión de conservarlo.

Trabajo conjunto con «Art City BA»