Años tras año, el piano sigue haciendo historia. ¿Quiénes están detrás de que esto sea posible?
El pasado fin de semana organizamos por primera vez un evento con un piano arriba del escenario y tuvimos el placer de que Casa Pianoforte nos lo preste. En una charla con Leo, nos cuenta que son un proyecto compuesto por artesanos del piano quienes pueden llevar cualquier piano antiguo a su época de gloria. Restauración, afinación, venta y transporte, son los 4 ejes fundamentales. Aprovechamos para conocer más sobre estos oficios y su compromiso por mantener vigente el uso del piano.
“La naturaleza artesanal aplicada en la fabricación de cada piano, guarda el principio general de toda artesanía: no existe una cosa igual a otra, por ende, no hay un piano igual a otro. Nos proponemos continuar con el legado de estos principios, y trabajar respetando el alto componente histórico que guarda en velo cada piano.”
“Combinando los conocimientos del pasado de nuestro oficio, con estrategias más modernas que colaboran con el proceso de la restauración, creemos que se logra el correcto equilibrio. En resumen, se trata de sentir el pasado, en modo contemporáneo.”
Contanos sobre tu relación con el piano y como derivo esto en la creación de tu actual proyecto «PianoForte».
Pianoforte nace de la motivación de hacer que los pianos acústicos sigan vivos. Que sigan entregando música como en sus primeros años. En nuestro país, y más en particular en Buenos Aires, estamos rodeados de pianos antiguos por todos lados. Pianos que con el paso por el taller y el tiempo de trabajo debido, volvemos a dejar en condiciones de funcionamiento.
Si bien el primer piano que hice a mis veinte años no era tan antiguo (un Yamaha de la década del ’70 sobre el que otro día podríamos conversar en detalle), fue el pie inicial y disparador para empezar a caminar este oficio en el que nunca se termina de aprender todo lo que hay para saber.
Hoy, somos cuatro trabajando en total, junto conmigo: Nahuel en la carpintería y lustre de los muebles, y Gabriel y Tania en la reparación de los mecanismos. Además de muchos otros colaboradores y colegas que aprecio, con los que tengo la suerte de poder contar y darnos una mano.
¿Técnicamente en qué consiste una afinación de piano? ¿Cuánto se estima que dura?
Afinar un piano es poner todas sus cuerdas a una tensión exacta para que sus notas se ajusten al temperamento que usamos para la música, el cual está universalizado. Unas 230 cuerdas, apróximadamente. Sean pianos de casas, o para concierto, eso no cambia. En la afinación entran en juego cuestiones musicales, pero también físicas, matemáticas… Y bueno, sobre todo del oficio mismo. Porque un piano antiguo con cuerdas medio oxidadas va a requerir otros tratamientos distintos a lo que por ahí vemos en la teoría.
Por eso es que es difícil establecer un tiempo justo de trabajo. Porque, salvo con los clientes de cartera, con pianos que uno ya conoce, no sabés bien con qué te vas a encontrar. Es muy común escuchar «mi piano necesita afinación», y cuando llegas del cliente te encontrás con que tendrías que haberte llevado un taller móvil entero para montar dentro de la casa. Resulta que el piano que no es bien mantenido, va acumulado desperfectos que tienen que ver con las partes móviles del mecanismo, más que con la afinación. Obviamente hay que estar preparados para resolverlos. Lamentablemente hay muchos pianos que caen en el abandono, y cuesta levantarlos. Pero ahí es donde entramos nosotros y el trabajo de taller. Nos llevamos los pianos para «terapia intensiva». Cuando esto no es necesario, una afinación «normal» debería poder llevarse a cabo en menos de una hora y media.
A la hora de tener que hacer una restauración, ¿hay algún denominador común de rotura/desgaste?
Sí, hay desgastes típicos de materiales, que se corresponden con el uso habitual del instrumento y que cada cierta cantidad de años, según el piano y el pianista, tenés que reemplazarlos (a los materiales digo, no al pianista, já). Hay trabajos que ya son de rutina. En los mecanismos de los pianos tenemos cueros, fieltros y paños muy pequeños que por lo general siempre requieren alguna atención. Después hay trabajos de mayor envergadura como reparar una tabla armónica o cambiar la totalidad de las cuerdas, pero eso no se hace en todos los casos, son restauraciones mayores y no todos los pianos las necesitan.
También tenemos tendencia a lustrar casi todos los pianos y pulirlos, porque casi todos los muebles entran al taller muy maltratados. Me refiero a la parte externa del instrumento. Esto es una elección personal porque es una cuestión puramente estética y no hacen a la acústica del piano. Nahuel es el lustrador del taller hace ya bastante tiempo y se encarga de devolverles la vida a los muebles de los pianos para que salgan por la puerta como nuevos. La idea es que el cliente que compra un piano restaurado o manda a restaurar el suyo, sienta que lo está reestrenando de alguna manera, aunque se trate de un antiguo alemán fabricado en 1920.
¿Cómo fue restaurar el piano de Fito Páez?
Fue un trabajo realmente grande y de compromiso, por el tiempo que llevó, por el grado de deterioro (y por ende, de restauración) y también por la historia que guarda el instrumento y la enorme carga afectiva que Fito le tiene. Fue el piano de su infancia, en el que tocaba y componía sus primeras canciones cuando era chico. Las que más adelante fueron a parar a los discos. Fito nos eligió, y teníamos que estar a la altura en todos los detalles. Y como había quedado abandonado, el estado no era bueno. Tuvimos que planificar bastante el proyecto.
Requirió la mano de obra de todos nosotros durante bastante tiempo, pero también de colegas amigos que aportaron mucho a la calidad final del trabajo. Martín Skrt, por ejemplo, desde su taller de pianos en La Plata, fabricó él mismo unas réplicas a medida de todas las cuerdas del piano con una exactitud alucinante. El piano es de 1886, antiquísimo, y procuramos en la medida de lo posible acatarnos a la originalidad en todo.
Creemos que el piano quedó muy bien. Cuando estuvo terminado, se lo llevamos de sorpresa a la casa de Fito. Él venía de una gira en otro país, y yo desde hace algunos meses que ya no le llevaba novedades del piano, así que él ni sabía que estaba listo. Cuando llegó y lo vió no lo pudo creer. Estalló en llanto y fue directo a abrazar al August Förster. Quedó una foto muy linda de ese momento. Nos agradeció enormemente, estaba maravillado. El piano fue originalmente de su abuela, luego de la madre, después pasó a sus manos luego de quedar abandonado en Rosario, y ahora que lo podía volver a tocar en su casa junto a su hija, nos contaba de la importancia de esa sucesión de cuatro generaciones familiares junto al piano. Así que fue una experiencia muy satisfactoria para todos, fue un trabajo que seguiremos recordando con cariño.
Siguen pasando las décadas y el piano acústico siempre está presente, ¿Por qué crees que sigue vigente de la misma manera? ¿Tuvo modificaciones?
Voy a contestar desde la perspectiva técnica del instrumento, que es lo que me convoca. Del piano como antigua creación, que se nos sigue presentando casi igual durante más de un siglo. Para que algo caduque o deje de usarse, es porque tiene que venir algo mejor. Una versión preferible del objeto, una evolución. Creo que con eso ya contesté. Pensemos, como ejemplo, en algo que todos conocemos: el caso del auto como invento tecnológico. Imaginemos que un ingeniero que no conoce ni sabe lo que es un automóvil fuera convocado para desarrollar algo que nos lleve por tierra del punto A al punto B. Esa persona, después de años de investigación y pruebas, probablemente terminaría dando con algún objeto que monte sobre ruedas sobre las cuales trasladarse, con un volante para poder direccionarse, etc. Es decir, se llegaría más o menos al mismo punto que ya conocemos. Porque, desde la base, el invento fue casi perfecto, y nos resultaría muy difícil pensar en otra forma de hacerlo.
De la misma manera, si hoy convocáramos a un grupo de ingenieros y artesanos a construir un instrumento con las pretensiones sonoras y la respuesta dinámica y mecánica que tiene que tener un piano, muy posiblemente también llegarían al mismo punto. Bueno, en el caso del piano, a ese punto de perfección ya se llegó hace cien años. Puede sonar conservador decirlo, pero hasta ahora no ha venido algo mejor constructivamente. Por supuesto que hubo cambios, algunas innovaciones muy interesantes implementando el carbono en lugar de madera, por ejemplo, pero no son tan representativas como para pensar que el futuro del piano vaya a virar hacia un lugar muy distinto al que ocupa hoy.
¿Tenes alguna serie de preguntas claves para entender que opciones de piano proponerle al cliente/artista?
Hay formas de entender y guiar al artista en la búsqueda del piano según sus gustos. Esto es importante, más teniendo en cuenta que el piano que elija para comprar lo va a acompañar durante mucho tiempo y probablemente será el único que tenga a disposición. No es como los guitarristas que por ahí pueden darse el lujo de tener dos o tres guitarras a la vez. Justamente una de las cosas que me resultan más interesantes cuando vienen a probar al showroom, es interpretar el deseo del cliente en cuanto al sonido que buscan en la paleta. Todos llevamos «en la oreja» el sonido de cómo debe sonar un piano, y ese sonido no es para todos igual. Tiene mucho que ver con la música que escuchamos, con algun álbum de piano que por ahí escuchamos hasta quemarlo y nos gustó mucho eso, o lo que sea. Si bien ningún piano es excluyente para tocar otros estilos, es probable que quien quiere abocarse a los estudios de Chopin y venga de la academia clásica, tenga en mente un piano con un «color» distinto al que pueda buscar un pianista de jazz contemporáneo.
Es interesante cuando un pianista viene al salón y tiene que elegir entre veinticinco pianos: por ahí al principio resulta abrumador, pero cuando uno se toma el tiempo, y colaboramos en ir encontrando el sonido que buscan, se quedan con sólo dos o tres opciones en la cabeza.
Han trasladado pianos por todo el pais y seguro escucharon un montón de historias o anécdotas de personajes increíbles, como también visitando estudios. ¿Hay alguna en particular que nos quieras contar?
Já, sí! Hay un montón de historias atrás de los pianos que de vez en cuando seguimos rememorando en el taller. La primera que se me viene a la cabeza no tiene que ver con ningún personaje conocido, pero es bastante anecdótica por extraña. Hace un tiempo nos llamó un tipo muy enojado, urgido, que necesitaba sacar un piano de cola lo antes posible desde un piso alto, no recuerdo si sexto o séptimo, en un edificio de la Capital. Su prioridad no era la plata que pudiera conseguir de la venta del piano sino sencillamente sacarlo de ahí lo antes posible: resulta que él era el nuevo inquilino del departamento, y el piano se lo había dejado ahí el propietario. El piano era el único mueble que no pudieron vaciar de la casa y le dijeron al tipo: encargate vos del tema. Cuando fuimos a ver el asunto más de cerca, llamemoslo «emergencia pianística», el instrumento era nada más ni menos que un Grotrian Steinweg de media cola (fabrica predecesora de la famosa Steinway & Sons), un piano de primera, que por su gran tamaño no bajaba por escalera, y ni hablar por ascensor. Así que fuimos a ver la ventana balcón. Claramente si el piano subió, de alguna forma tenía que bajar. La opción que barajábamos era bajarlo en grúa. Pero no tuvimos esa suerte: el piano había subido por balcón en los años treinta, cuando las copas de los árboles de Buenos Aires no habían crecido tanto, ni había la cantidad de tendido eléctrico que tenemos ahora, obstruyendo el área que necesitabamos para hacer el trabajo de descenso.
Nos tomamos unos días más. Para nosotros, era tiempo para pensar cómo hacer para rescatar un imponente alemán que merecía seguir sonando. Para aquel señor eran días perdidos por tener frenada la obra del pulido de su piso de granito. A lo que nos llama por teléfono, más apurado que antes, amenazando con que si no resolvíamos de inmediato, vayamos a buscar el piano para repuestos, porque lo iba a «cortar a los hachazos». Hicimos todo lo posible, hasta pensamos en hablar con la comuna para ver si conseguíamos algún permiso especial para bajarlo por afuera de alguna forma. Pero no hubo caso, el tiempo apremiaba y la paciencia no pudo, para desgracia del pobre Grotrian. ¡El tipo cortó el piano y lo bajó en pedazos!
Redacción: Mateo Cianfoni